|
Eloísa
Acrílico sobre hoja de revista |
Tenían que haber transcurrido estos casi veinte años, para volver a dar vida a algunos personajes. Las personas cambian, de estado civil, de cara, de opinión, pero la memoria guarda lo que quiere guardar y lo que el corazón no dejó de amar.
Gracias a Internet Eloísa volvió a encontrar a Carlos, tanto buscarlo, tanto preguntar por él y apareció. Definitivamente que en el mundo de hoy ya no somos individuos con privacidad, se encuentran a los exnovios, a los enemigos, a los que se fueron y no volvieron, hasta los muertos se levantan, pensaba.
Allí estaba su nombre, en la pantalla de su computador y un click le abría toda la historia de su vida en cinco líneas! Qué fantástico!. Se decidió a enviarle un mensaje, a ver qué pasaba.
Tantas veces había imaginado éste momento, el del reencuentro, quedarse sin palabras, mirarse profundamente, o quizás escribirse atropelladamente y tratar de ponerse al día sobre todo lo vivido y soñado en este largo tiempo. Cuántos años soñando con ese chico de ojos maravillosos, que conoció una noche mientras estaba de vacaciones. Fue una atracción tan fuerte, unas noches de amor tan locas que el corazón quedó latiendo por muchos años a causa de ese hombre que un día, sin más ni más perdió de vista.
Eloísa dudaba, tenía miedo de aparecer de pronto en la vida de el y dañar una relación, la suya, la de Carlos, se decidió y le escribió corto, preciso y conciso como le había enseñado Elvira, su profesora de literatura en la Universidad.
No tuvo que esperar mucho por la respuesta: “tiene un mensaje nuevo”, leyó. Una gran sonrisa se hizo en su rostro, regresó en el tiempo y volvió a sentirse enamorada, sabía que el también había estado esperando este momento. Empezó a leer la carta de Carlos; no, la frase, la única frase que transformaría su sonrisa en un amargo gesto de ira: -Nos conocemos? -Le preguntaba Carlos.
Rocío Plúas