Hoy siento que he parido, y tengo el alegre malestar del post-parto.
Ayer cuando terminamos de colgar las obras; la mía y la de María Fernanda,
ayer, cuando todo estuvo listo
para la contemplación; pensé que nada tiene sentido, que a quién le importa. Hoy me levanté y me encontré un mensaje
de una niña que vive a miles y miles de kilómetros de donde yo estoy, que vive
en un mundo totalmente diferente, que se levanta a las cinco de la mañana, para
atravesar la ciudad e ir a sus clases , que cuando sale va directo a una
oficina donde labora medio tiempo y por la tarde vuelve a la universidad. Cada
día se acuesta pasada las doce y eso que es sólo su comienzo. Ella me dice que
me admira, ella me dice que me quiere, a ella le encanta mi obra, ella me lee,
ella me sigue. Entonces me digo que mi trabajo si vale la pena.
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